Esta noche vivimos una emotiva Misa de Nochebuena, donde el templo se llenó de fieles que celebraron el nacimiento de nuestro Señor. En su homilía, el padre nos recordó el profundo significado de esta fecha: Jesús, el Mesías, no nació en comodidades, sino en un humilde pesebre. María dio a luz en circunstancias difíciles, y en ese acto sencillo se revela la promesa de esperanza que transforma nuestras vidas.
“La Navidad es tiempo de luces y cantos, pero también un recordatorio de que Dios no nos abandona, incluso en los momentos más oscuros. Cada Navidad puede ser nueva y transformadora si hacemos espacio para que Jesús nazca en nuestros corazones”, expresó el padre durante la misa.
Este año, nuestra iglesia se une al llamado del Santo Padre para vivir un Año Jubilar, renovando nuestra esperanza y permitiendo que la luz de Dios brille en nuestras vidas y comunidades. Sigamos atentos a las necesidades de los más débiles y permitamos que el amor de Cristo transforme nuestro caminar.
















