La fiesta de la Transfiguración del Señor, celebrada el 6 de agosto, es un momento destacado en el calendario litúrgico católico. Este evento, que conmemora la transfiguración de Jesús en una montaña en presencia de los apóstoles Pedro, Santiago y Juan, es clave en la vida de Jesús y tiene un significado profundo.
La Transfiguración es un momento en que la divinidad de Jesús se manifestó de forma clara y evidente. Esta visión fue acompañada por la aparición de Moisés y Elías, representando la Ley y los Profetas del Antiguo Testamento, y una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadlo».
Para los católicos, la Transfiguración es un recordatorio del destino final de todos los que siguen a Cristo: ser transformados en la gloria de Dios.
La fiesta de la Transfiguración es, por lo tanto, una oportunidad para reflexionar sobre el misterio de la divinidad de Jesús y su promesa de vida eterna. Nos recuerda la importancia de escuchar la voz de Dios en nuestras vidas.
En este día, es importante tomar un momento para meditar sobre el significado de la Transfiguración y su relevancia, para que este tiempo de reflexión nos acerque más a la comprensión del misterio de Cristo y nos inspire a vivir de acuerdo con su enseñanza.
